miércoles, 18 de junio de 2014

Shatter Me



[Verse 1: Lzzy Hale]
I pirouette in the dark
I see the stars through a mirror
Tired mechanical heart
Beats til the song disappears

[Chorus]
Somebody shine a light
I'm frozen by the fear in me
Somebody make me feel alive
And shatter me
So cut me from the line
Dizzy, spinning endlessly
Somebody make me feel alive
And shatter me!

[Violin Drop]
Shatter me!
Somebody make me feel alive
And shatter me!

[Verse 2]
If only the clockworks could speak
I wouldn't be so alone
We burn every magnet and spring
And spiral into the unknown

[Chorus]

[Violin Drop]

[Bridge]
If I break the glass, then I'll have to fly
There's no one to catch me if I take a dive
I'm scared of changing, the days stay the same
The world is spinning but only in gray
If I break the glass, then I'll have to fly
There's nobody to catch me if I take a dive
I'm scared of changing, the days stay the same
The world is spinning but only in gray...
(Only..)

[Chorus]

[Violin Drop]
Me...!
Shatter me!
Somebody make me feel alive
And shatter me!

domingo, 15 de junio de 2014

Una historia hecha pedazos - Galopando hasta el fin del mundo


La noche cerrada de aquel bosque invitaba a imaginar escenarios bucólicos en los que los jóvenes animales nocturnos jugueteasen junto a aquella senda iluminada por la bóveda estrellada bajo la atenta sonrisa de Selene, la Diosa de la Luna, llamada “la diosa sonrisas” por los hombres del Norte pues, al igual que las bellas mujeres que poblaban sus tierras, su humor era tan cambiante como las mareas.

Y en efecto, una pareja de pequeños y grises lobeznos jugaban junto a aquél sendero bajo la atenta mirada de su Hermano Mayor, un enorme cánido oscuro como el azabache que disfrutaba de la visión de aquellos pequeños, de la fresca brisa y de aquel momento de paz. Un gran búho se posó en una rama cercana y comenzó a ulular, acompañando a los muchos sonidos de la noche con su acompasada voz.

Hermano Mayor captó un sonido distinto, ajeno al bosque, que le hizo acercarse a los pequeños con gesto protector. Ellos también sintieron que algo nuevo se acercaba y ante aquel temor se arrimaron bajo las patas del gran lobo adulto. Hermano Mayor había vivido durante toda su vida en aquella arboleda y aquel sonido, junto al olor que le acompañaba, no le resultaron desconocidos. El cabalgar de aquel animal cada vez se acercaba más, atemorizando a las crías.

Entonces fue cuando el gran jinete, montado en un gran shire castaño pasó junto a ellos a gran velocidad.

Pero Hermano Mayor sintió algo en el aire que aquel hombre arrastraba.

Era el agrio olor a Muerte.

Aquella gran y espléndida montura iba cargada con una pesada barda de batalla, al igual que su jinete iba embutido en su armadura de campaña y recubierto de varias pieles. Aquel hombre espoleaba a su caballo con dureza a pesar de que ya daba el máximo de sus fuerzas.

- “Vamos Hades… No me falles ahora” - Susurró el vikingo al notar el agotamiento de su fiel compañero.

¿Cuánto tiempo llevaba cabalgando? ¿Cuánto le quedaba para llegar hasta ese maldito doctor? El frío viento le cortaba el rostro barbudo por donde se filtraba el aire en su yelmo y su montura estaba al límite de sus fuerzas, pero no había tiempo para el descanso. Cada aliento, cada paso, cada segundo que pasaba lo acercaba más a su meta, y aunque lo negaría si se lo preguntases, se descubrió a si mismo suplicando a los dioses.


- “Solo un aliento más” - Pidió - “Un momento más, no dejéis esta cabalgadura en vano”.

Un sonido a su espalda lo sacó de su ensoñación. Al girarse vio a dos jinetes que se le acercaban en la oscuridad.

- “Mierda Nairam…”.

Eran jinetes ligeros de la compañía de Malerik, armados con espadas cortas y ballestas. Sus casquetes de cuero ocultaban sus rostros pero el vikingo sabía muy bien que iban tras él.

- “¡Kodran! ¡Rindete!” - Le gritaron.

Kodran volvió la vista al frente y se concentró en el ritmo de su estimado Hades a la par que cruzaba a galope aquel maldito bosque en aquella maldita noche. Escuchó un virote pasar cerca de él pero lo ignoró, debía llevar aquella carga hasta su meta, nada era más valioso que aquello, siquiera su vida. Y aquellos soldados querían arrebatarsela.

- “¿Qué habéis hecho con Nairam?” - Les preguntó a gritos.

- “¿Tu amiga? ¡A estas alturas estará muerta!”

El cabalgar de sus enemigos se aproximaba lenta pero inexorablemente. Aquellos caballos pintos estaban preparados para correr grandes distancias en poco tiempo, al contrario que su shire, un caballo para presentar batalla. Pero Kodran sabía que no podía simplemente girarse y batirlos en combate, se le acababa el tiempo.

Le pareció escuchar que uno de los jinetes se le acercaba por la izquierda y otro por la derecha. Planeaban rodearlo.

Kodran exhaló aire y se dejó guiar por el instinto.

El jinete de su izquierda desenfundó una espada corta e intentó apuñalarlo con la diestra, a lo que Kodran respondió agarrando férreamente aquella hoja con el guantelete derecho al tiempo que atrapaba con el brazo izquierdo el antebrazo armado de su enemigo, apresándolo con firmeza.

El jinete de su derecha intentó echar mano de la carga que Kodran protegía sobre sus rodillas, aunque este lo espantó con la hoja que aún se debatía entre las manos del vikingo y de su compañero. Separó un poco a su montura y se decidió por un enfoque más simple, desenvainando su propia espada.

Los instintos de Kodran, largamente afilados en las gélidas montañas del norte y en los helados páramos y templados tras cientos de batallas tomaron el control, haciendo girar unos pocos grados a su Hades hacia la izquierda, acercándose al lindero del bosque pero sin soltar la presa de su enemigo. El sable de su enemigo a la derecha, que no contó con aquel movimiento, sólo le arañó el rostro con su filo, pero apenas lo notó. El enemigo al que tenía preso intentó zafarse cuando se dió cuenta de los planes del gran vikingo, pero fue inútil. Su caballo se estrelló contra un enorme roble y su brazo se quebró como una ramita. Kodran volvió a girar a su montura y cargó contra el enemigo que le quedaba, apuñalándole con la espada que aún sostenía por su hoja en el costado. Remató a aquella escoria con un duro puñetazo en el rostro solo para continuar cabalgando y dejar atrás a aquellos insectos.

Alzó la mirada agradecido a Selene, con su rostro dividido entre la negrura y la luz plateada. Pero aquella pequeña victoria a poco le supo.

Un crepitar de una campana se escuchó en la lejanía de algún pueblo lejano y le sonó a un llanto fúnebre. Una oscura sensación aterradora se apoderó de su corazón y apretó los dientes con dureza. Apartó la mirada por un segundo de su camino para comprobar que la carga que transportaba seguía allí, inerte y ensangrentado.

- “Ya llegamos Garviel, aguanta” - Susurró - “Joder… ¿Por qué tuviste que fiarte…?”.