Decisiones.
Tan dispares entre ellas de tamaño e importancia que a veces nos pueden hacer perder la perspectiva si no le damos la importancia adecuada a cada una.
Algunas de ellas, pequeñas, sin importancia, como si te apetece almorzar carne o pescado. O decidirte entre el pastel de fresa o el bizcocho de chocolate. Te pueden alegrar el día pero no puedes pararte a decidir demasiado tiempo, no merecen la pena tal esfuerzo. Decides rápido y fugaz.
Otras, como embarcarte en una aventura a un país extranjero con poco más que una maleta cargada de sueños y esperanzas con una cartera que desearías que fuese algo más pesada, te tomas tu tiempo. ¿Mucho? no, solo el suficiente. porque sabes que tienes un tiempo límite para coger ese tren y quizás no vuelves a verlo pasar. Dejas atrás todo lo que conoces para andar un camino lleno de nuevas baldosas.
Pero decidí hace tiempo que mi camino lo andaría yo y solo yo.
Y hoy sigo tomando mis propias decisiones, grandes y pequeñas.
Y hace mucho tiempo que no era tan feliz.