Quizá ese fue el problema desde el principio.
O quizá desde el final.
Que me senté en la playa para ver el Sol ponerse por el Este.
Y comencé a sentir en mi piel como el astro rey me enfríaba la piel al tacto.
Que subí las escaleras para llegar al sótano.
Para registrar la nevera aún con el estómago lleno.
Abrir el grifo de agua fría para calentarme las manos.
Como forzar un café cuando estoy despierto.
O levantarme de la cama porque estoy agotado.
O cerrar los ojos para ver la realidad.
Y encontrarme al abrirlos algo que podría ser un sueño… o una pesadilla.
A veces me agota, y otras me fascina.
Que nada tenga sentido, y al mismo tiempo suene coherente.
Abrir la boca y dar un discurso que no significa nada.
O cerrar mis labios y rezar porque me entienda alguien.
Estoy harto de intentar dar sentido a este caos.
Así que me sumerjo en esta locura con una sonrisa gatuna en el rostro.
Con la esperanza de que al otro lado del espejo Seis veces Nueve sea Cuarenta y Dos…
...o en algún otro sitio...
Perhaps that was the problem from the beginning.
Or maybe from the end.
I sat on the beach to watch the sunset from the East.
And I felt the king of stars’ cold touch on my skin.
I went upstairs to reach the basement.
To search in the fridge with a full stomach.
To run the cold water to warm my hands.
My clock had been set back so far that I don’t even know how much time I had been living in that way.
Like force down a coffee when I am already awake.
Or leave my bed because I am tired.
Or close my eyes to see the truth.
To open them and find something that came from a dream… or from a nightmare.
Sometimes it is exhausting, other times it is fascinating.
Nothing makes any sense, and at the same time it sound coherent.
Open my mouth and said a meaningless speech.
Or keep my lips closed and pray for someone to understand me.
I am sick of trying to make sense of this caos.
So, I sink into this madness with a cat-like smile on my face.
Expecting on the other side of the mirror, Six times Nine remains Forty-Two…