viernes, 22 de febrero de 2013
Recuerdos (parte primera)
Eran otros tiempos.
Era un día cálido y soleado de verano en el reino de Fanth. Nayram era una pequeña y joven soldado que escoltaba a caballo a los mercaderes de su ciudad a través de los caminos para ganarse la vida. Ella y su pequeño grupo, liderado por un hombre llamado Viktor, llevaban trabajando como guardaespaldas durante tres años y el negocio iba bien, aunque tampoco tenían que enfrentarse a mucho más que a algún que otro bandido, la presencia de aquellos diez soldados armados a caballo amedrentaba a la mayoría de los saqueadores.
Su líder era realmente admirado por el grupo, en especial por la pequeña Nayram pues su gran experiencia y sabias palabras siempre habían conseguido inspirarla. Este era un buen estratega y conseguía rentables contratos con los mercaderes del lugar, les había enseñado a luchar y a organizarse. Él siempre mostró un trato especial para con ella. y a pesar de ser un hombre de humilde cuna, siempre le habló sobre los preceptos de las órdenes de caballería durante las largas noches en los campamentos, arropados por la luz de las estrellas.
Se encontraban cabalgando juntos sonriéndose el uno al otro. Habían compartido muchas cosas juntos, no solo como compañeros, sino como amantes y enamorados. Aun recordaba cuando lo conoció en una turbulenta taberna hacía más de tres años. Él se sentó en la mesa donde ella estaba cenando, se presentó y le habló de su vida, la cual era bastante interesante. Tras una larga charla él le confesó que estaba reclutando a gente para un grupo de guardaespaldas y que pensaba que ella podría dar al equipo el toque que les faltaba. “Nada más verte he sabido que tenía que convencerte para que te unieses a nosotros”. Y entre risas ella aceptó. Y hasta entonces su vida en todos sus aspectos había ido como ella quería.
Pero ninguno esperaba era que el destino tenía otros planes para ellos, pues en aquel camino, sus vidas cambiarían para siempre. Porque la Dama del Destino siempre nos sorprende con vueltas y giros, con encrucijadas y decisiones, con cosas que al principio no entendemos pero terminamos aceptando y comprendiendo. Y fué aquel día cuando los pasos de ella se cruzaron con los de él.
Entonces fue cuando apareció. Algo grande saltó hacia el carruaje y prácticamente lo aplastó. Antes incluso de que pudieran percatarse de qué los atacaba, uno de los guardias cayó contra el suelo decapitado. Los caballos comenzaron a chillar y encabritarse y a duras penas pudieron controlarlos. Nayram hizo girar su caballo y contempló a la bestia.
El terror congeló el tiempo y nuestra protagonista vio la gran cantidad de detalles de la anatomía de la rugiente bestia. Su cuerpo era ancho y poderoso, con un leve aire atigrado a causa de la cabeza y sus grandes colmillos del tamaño de un sable. La cuadrúpeda criatura se alzaba sobre los restos del carruaje y del cadáver del mercader, podían observarse perfectamente las placas azuladas que formaban su coraza natural, con la resistencia de la piedra y la flexibilidad de la piel. De sus potentes cuartos delanteros asomaban unas garras largas y afiladas como dagas y su escamada cola terminaba en una ensangrentada cuchilla afilada siempre en movimiento.
La velocidad de la bestia cogió por sorpresa a todo el escuadrón. De un salto alcanzó a dos de los soldados y los tumbó junto con sus caballos. Si su gigantesco pesó no fue suficiente para darles muerte nunca lo sabremos, pues las monstruosas fauces del ser se cernieron sobre ellos.
Nayram por instinto disparó una saeta que rebotó inofensivamente contra la coraza. Varios de sus compañeros la imitaron con no mejor éxito. Los disparos atrajeron la atención de la bestia y esta volvió a saltar sobre uno de los más jóvenes del grupo, abriendo su armadura con las garras sin apenas esfuerzo. Era increíblemente rápida para ser una criatura de tal tamaño. Los gritos de dolor y pánico del joven acompañaron la escena, pues la bestia alzó su rostro hacia los pocos que quedaban en pie. Fue entonces cuando los ojos Nayram buscaron a su capitán en busca de su liderazgo.
El hombre estaba ya lejos, había salido huyendo al galope y por su lejanía hacia mucho que los había abandonado. Un agrio sentimiento de traición y engaño invadió a la muchacha, pues el hombre en el que más confiaba y por el que se había arriesgado incontables veces la había dejado atrás.
No sabía cómo proceder, nunca antes se había encontrado ante un ser semejante y sin el apoyo de Viktor solo se le ocurrió una cosa:
- ¡¡Dispersaos!! - Gritó a sus compañeros mientras cargaba otra flecha - ¡¡Dispersaos!!
Los cuatro compañeros le miraron con incredulidad al principio, pero al momento siguieron su orden y se internaron a galope en el bosque. La bestia se relamió entonces y pareció a punto de saltar sobre uno de ellos. Fue entonces cuando ella soltó la tensa cuerda de su arco y dejó volar la flecha. Esta voló certera hacia su objetivo y le alcanzó en el morro, haciéndole un corte al animal.
La criatura emitió un leve chillido de dolor y se encaró contra Nayram. La visión de sus rojos ojos hizo que el miedo volviera a asomar. Soltó el arco y desenvainó su espada ante los movimientos de la bestia, que amenazaba con saltar sobre ella.
- Vamos... ¡Vamos!
Todo sucedió en un instante. La bestia cargó contra ella con un rugido. Ella estaba lista para golpearle con su espada pero su caballo se encabritó de nuevo, dándole la oportunidad al monstruo de con un solo golpe abrirle las tripas al animal. Esté cayó de costado aplastando así la pierna de Nayram y dejándola inmovilizada y desarmada.
El susto y el miedo fueron sustituidos por el dolor cuando la bestia se colocó sobre el corcel y sus garras rozaron su pierna, abriendo un corte profundo en el proceso. Ella impotente vio como la criatura acercaba sus fauces despacio hasta que fue capaz de oler su nauseabundo aliento, parecía no tener prisa en devorarla. Una de las zarpas se puso sobre su pecho y le abrieron una fea y profunda herida de la que empezó a brotar mucha sangre. Era un monstruo sádico que parecía disfrutar con el dolor que causaba.
El suelo empezó a temblar, pero ella no le prestó atención. Daba igual el terremoto que sucediese ahora, iba a morir y aunque intentaba luchaba contra ello todo era inútil. Los colmillos estaban ya a punto de cernirse sobre ella y su vista se empezó a emborronar.
Pero un tremendo y repentino golpe arrojó a la bestia lejos.
Cuando ella giró débilmente la cabeza y apenas vió unas pocas imágenes.
Un caballo gris con armadura. Un jinete que arrojó lanza de caballería rota. La bestia lo miró, resintiéndose de su costado herido.
El jinete desmontó de un salto y se arrancó la capa gris claro que cubría su brillante armadura. Mientras desenvainaba su espada se colocó entre la bestia y Nayram.
Un rugido, una carga. El uno esquivó mientras el otro intentaba golpearlo con sus fauces. Una resplandeciente luz azul de una llama. Un grito. Un quejido felino de agónico dolor.
El sonido sordo de un cuerpo pesado caer sobre el suelo.
Unos pasos que se acercaban a la carrera.
Y el mundo de Nayram desapareció.
...Continuará...
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