martes, 5 de marzo de 2013

El Caballero y el Dragón

¿Pesadilla o sueño?

Me desperté con el sonido de un trueno, al abrir los ojos vi que me encontraba en un prado a los pies de una encrespada montaña. Sus afilados riscos apuntaban hacia el cielo como desafiando a las mismas estrellas a un duelo entre iguales. El propio empíreo parecía estar dando respuesta a su contrincante, pues en lo alto de aquella cumbre se había  desatado tal tormenta que, a pesar de saber que era de día, oscureció todo bajo su manto. El fuerte viento hizo torcerse los pocos árboles que había a mí alrededor e incluso amenazaba con arrancar la propia montaña.

Cayó un relámpago sobre la cima y en ese momento vislumbre lo que allí acontecía. En lo alto dos siluetas combatían la una contra la otra, ambos infinitamente distintos, al igual que la montaña y el cielo. Sobre la montaña, un caballero en brillante armadura. Sobre el cielo, un enorme dragón alado.

¿Pesadilla o sueño?

El Dragón de indigas escamas volaba sobre el risco, pues esa era su naturaleza. Sus grandes y rojizas alas lo llevaban libre allá donde deseara, vivía con ardiente pasión cada segundo de su eterna existencia, pues dada su condición draconiana era inmortal. Su único afán era llegar allá donde no había llegado ningún otro ser, y las pocas veces que se dignaba a mirar a las pobres criaturas que se encontraban atadas al suelo, sentía lástima por ellos.  El viento no era una molestia para la gran bestia, y los relámpagos lo divertían. Su espíritu era juguetón y curioso, pero su ira y pasión también ardía como su mismo fuego. En esos momentos se encontraba observando al Caballero y volando a su alrededor a gran altura. Lo reconoció, se habían enfrentado muchas veces ya y el resultado siempre había sido el mismo.

El Caballero de brillante armadura se encontraba esperando sin despegar la mirada del Dragón. Cargaba sus cuatro mayores posesiones: Su espada, la cual solo desenvainaba contra la injusticia, que brillaba con una tenue y afilada luz azulada; Su escudo, el cual defendía siempre a los débiles, que había sido forjado y bendecido por los antiguos miembros de su Orden; Su armadura, la cual lo protegía de toda corrupción, tentación y promesas banales, que reflejaba la luz de los relámpagos como si de un espejo se tratase; Y su código, el cual le permitía traer la justicia a su prójimo, una norma antigua y casi olvidada pero que él llevaba con orgullo. El Caballero había llegado una vez más a la montaña al anunciarse la tormenta y contemplaba al Dragón. Lo había estado esperando.

¿Pesadilla o sueño?

- “De nuevo se encuentran” - Susurró una áspera voz en la lejanía, venía de la misma base de la montaña, pero no acerté a adivinar de donde procedía.

El Dragón se preguntó qué querría el Caballero en esta ocasión.

El Caballero se preguntó qué querría quemar esta vez el Dragón.

La gran bestia draconiana se posó con gracia en uno de los picos escarpados, a cierta distancia del hombre armado. Se observaban mutuamente, midiendo cada movimiento, juzgando cada posible acto futuro, sopesando cada opción.

La dura tormenta se silenció y el frío viento se detuvo. De repente todo parecía en calma, a la expectativa de las acciones de ambos seres tan dispares. En la base de la montaña, no muy lejos de mí, acerté a ver, entre las ramas de un árbol a una joven muchacha sonriente que admiraba la misma escena que yo.

- “Ella se ríe, porque sabe cómo acabará esto, al igual que tu” - Dijo aquel susurro, sin equivocarse.

¿Pesadilla o sueño?

El Caballero con espada en alto lanzó su desafío. El Dragón se lanzó rugiente ante el desafío, pues tal era su naturaleza. Se encontraron en el centro del risco, uno cargando con las garras y las fauces por delante, mientras que el otro hacía lo propio a espada y escudo, y chocaron con dureza.

El Dragón inspiró y arrojó sus llamas contra el Caballero, que levantó el escudo a tiempo para protegerse.

La espada del guerrero golpeó las escamas de la gran bestia, sin apenas hacerle una mella.

¿Pesadilla o sueño?

Y allí me encontraba yo, al pie de la montaña intentando no perderme ningún detalle de aquella batalla, inquieto, nervioso, desconcertado, confuso, y con una extraña sensación de déja vu. Observe las rocas de mi alrededor, el árbol de la dama, las nubes, los relámpagos...

- “Bienvenido de nuevo - Siseó aquella voz una vez más - ¿Harás algo esta vez, o te volverás a quedar de brazos cruzados?”

Vi como la voz se ocultaba entre unas rocas junto a la ladera de la montaña, y me acerqué no sin precaución. Los golpes del enfrentamiento que acontecía en la cima se confundían con el tronar de los relámpagos.
Las rocas de la cima se despeñaban, el poder desatado en aquel lugar solo era comparable a la singularidad de la misma. Ambos luchaban por lo que querían o deseaban, por reglas hace tanto escritas que ya nadie quedaba que las recordase, menos ellos. La lucha se acrecentó y ambos hicieron gala de sus mayores fuerzas y fortalezas, pero ninguno superaba al otro. Golpe tras golpe, iban demoliendo el mismo tejido de aquel mundo.

¿Pesadilla o sueño?

- “¿Lo sientes, verdad? - Vomitó la voz de nuevo - Se acerca la derrota del símbolo por el que suspiras”

Me acerqué con cuidado a una formación rocosa en el punto donde la ladera de aquel risco tocaba el duro suelo, la voz surgía de allí, como si de su hogar se tratase, campando a sus anchas. Avancé para hacer frente a aquél siseo que tanto me había estado enervando ¿Por qué me conocía tanto? Y en aquel lugar volví a encontrármelo una vez más:

Era el Pozo.

¿Pesadilla o sueño?

Intenté huir, alejarme de él, pero mis pies no me obedecían. Miré a un lado y a otro, buscando ayuda y solo encontré los ojos de aquella dama, indiferente pero sonriente, como quien ha escuchado el mismo chiste mil veces y sonríe por cortesía ¿Eso era yo para ella? ¿Un chiste?

Arriba el combate llegó a su crescendo. Una dentellada del Dragón, demasiado rápida para el Caballero, hizo mella en sus defensas y mordió el brazo del escudo y no lo soltó. Metal, cuero, piel, músculo, sangre y hueso, todo en sus fauces. Había alcanzado a su némesis y no pensaba soltarlo. Apretó.

Un aullido de dolor surgió del yelmo del caballero, de nuevo la tormenta acalló a la espera del final ¿Sería distinto esta vez? Incluso el viejo Tiempo aguantó la respiración. El Dragón sacudió el cuerpo metálico que tenía aferrado entre sus colmillos y esté colgó inerte. Solo un detalle mostró que aún había vida en aquel cuerpo: No había soltado la espada.

¿Pesadilla o sueño?

Y está se encendió. Una viva llama azul la envolvió y con un movimiento rápido y definitivo, se clavó en la garganta de la bestia hasta la empuñadura. El sorprendido Dragón desaferró su presa y gritó, dejando caer el cuerpo del Caballero que chocó contra el suelo a plomo.

- “Y de nuevo, las normas y la corrección volvieron a vencer. - Escupió el pozo - ¿No te aburre siempre ver el mismo resultado?”

Vi al Dragón caer junto al caballero, y tras los estertores de la muerte, se quedó quieto, con su sangre aún brotando de su garganta y caer por la ladera de aquella montaña. Era una criatura hermosa, que solo deseaba ser libre y tan solo hacer lo que hacían los dragones, vivir.  Al poco el Caballero empezó a moverse entre quejidos y se incorporó. Una vez más, había vencido al Dragón. Y pude imaginar una sonrisa más allá de aquel yelmo.

A mi espalda vi como la dama por primera vez se dio cuenta de mi existencia, y me miró extrañada, como si no esperase verme allí.

- “Acércate - Dijo el Pozo, y mis piernas le obedecieron - Acércate, sabes cómo continuará esto. El ciclo en el que estamos encerrados todos nosotros.”

Vi al herido Caballero bajar como buenamente pudo de aquella montaña. Tenía una nueva cicatriz con la que contar una nueva historia, y se enorgullecía de ello, y yo lo odié por ello, una vez más.

¿Pesadilla o sueño?

Me giré para pedirle ayuda a dama, pero aunque grité y grité mi voz decidió no responder. Ella seguía mirándome con esa mirada de extrañeza.

- “El Dragón, inmortal, volverá a la vida pronto. El Caballero, mortal,  volverá a hacerle frente por desafiar sus normas.” - La voz del Pozo olía era dulzona, incluso empalagosa.

Mis piernas me llevaron más cerca aún de él.

- “Pero ¿Y si... por una vez... venciese el Dragón? El Caballero no puede volver a la vida ¿Sabias? El Dragón sería libre al fin”.

Vi entonces como el pequeño riachuelo de sangre del Dragón que se había derramado en la cima llegó hasta el Pozo, y se vertió sobre él. El agua estancada y envenenada del Pozo se mezcló con la pura, ardiente y pasional sangre del Dragón, burbujeando allá donde caía. El olor de aquella mezcla era nauseabundo, pero me di cuenta entonces.

Aquella sangre estaba alimentando al Pozo.

¿Pesadilla o sueño?

- “Libérame una vez más. - Sugirió - Juntos venceremos esas normas que te aprisionan y volaremos sobre las nubes de nuevo.”

Intenté decir que no. Lo juro, porque sabía lo que me proponía. Pero mi cuerpo se negó a escucharme, deseaba el bienestar que el Pozo le proponía, y me asomé a él.

Y vi mi reflejo, sonriente.

- “Daremos vida de nuevo al Dragón - Me dijo mi reflejo - Desmembraremos al caballero como castigo por sus actos contra nosotros, su código no puede conmigo, y lo sabes.”

Mi cuerpo se inclinó. Beber del agua del pozo y de la sangre del Dragón, y dejar todo atrás. Era fácil.

No más responsabilidades.

No más cargos de conciencia.

No más preocuparme por nadie.

No más luchar por nadie.

No más normas.

No más códigos.

Era fácil.

Entonces, justo antes de que mis labios rozaran aquel líquido, una mano tiró de mí hacia atrás.

- “¿Qué haces aquí?”

Era la dama pequeña y menuda que había estado en el árbol. Me seguía mirando con extrañeza, como si no debiese estar allí. Entonces su mirada cambió, era tierna, como la que le ofrecemos a los pequeños cuando están llorando porque se les ha caído un helado.

- “¿Por qué todo esto?” - Le pregunté.

- “Porque eres así [---]- Me explicó ella - Pero ahora debes despertar.

Entonces abrí los ojos. Desperté confuso en una cama ajena, bajo un techo ajeno y entre unos muros ajenos. Pero desperté.

Y de alguna forma que aun no consigo explicar, lo entendí.

¿Y tú?

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