Hay
quien se encuentra con fotos, yo me encontré con dibujos y cartas. Mis pasos me
llevaron a ese lugar donde guardas las cosas más intimas, las cosas que más
cerca te guardas en el corazón. Las ruinas seguían rodeándome y bajo una piedra
encontré un “Te quiero” escrito.
- “Destrúyelo” - Dijo el Pozo con su voz característica.
- “Guárdalo” - me dijo una voz más amiga.
Al girarme
vi un árbol, me había esperado pacientemente en cada paso, vigilando que no me
cayese y ayudándome a levantarme si lo hacía.
-“Tú me dijiste que nuestros caminos nos unirían de nuevo” - le dije con reproche.
-“Si” - Admitió.
-“Pero no ha sido así”.
-“Cierto”.
-“Pero tu tenias esperanza, y me hiciste tenerla ¿¡Por qué!?” le dije enfadado.
El árbol siseo unas palabras al
viento, hasta que me respondió:
-“Si, y lo
siento, pero sabia menos de lo que tú sabes ahora, que es menos de lo que se yo
ahora”.
No me lo podía creer ¿Qué sabia un árbol de mi? ¿Qué podrías tu
saber que yo no supiese ya? Sin palabras me dijiste “¿Recuerdas el agujero que
dejaste cuando te desenterramos?”.
- “Si” - Claro que lo recordaba, aún me dolían
los huesos de aquello.
-“Mira allí” - Era cierto, allí abajo estuve ciego sordo y
mudo, no pude verlo todo caer, simplemente lo sentí.
-“¿Qué ha allí?” - le
cuestioné.
-“Lo que yo sé, lo que aún no sabes, pero sospechas desde hace
mucho”.
Uno a uno, cada palabra que encontré allí, cada trazo de dibujo que vi,
los guarde sobre una piedra, a la espera de qué hacer con ellos, pero a la
vista de las estrellas cada noche, para que los vigilase, no quería que me
asaltaran ninguna noche más.
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