jueves, 18 de abril de 2013

Step Four


Aprendemos en la escuela que la erosión puede hacer estragos en cualquier estructura, desde crear valles hasta destruir montañas. Sin que la veas venir, una ola más grande que ninguna llega hasta ti, portando dudas, confusión y sobretodo, desesperanza. Tu castillo se derrumba, y lo peor es que el propio acantilado te avisó, crujiendo ante cada ola. Bajo tus pies se hace el vacío, y simplemente caes. Hay quien piensa que lo peor es la caída, los hay que piensan que lo peor es cuando chocas contra el suelo, pero se equivocan, lo peor es que al tocar suelo, cuando intentas levantarte, notas todas y cada una de las piedras de la que estaba formada tu fortaleza cayendo sobre ti. Una piedra por día, todas  te aplastan a la vez. Apenas puedes moverte, está oscuro, te falta el aire y empiezas a plantearte todas las dudas que traía la ola. Crees que vas a morirte cuando escuchas otro crujido sobre toda esa montaña de escombros que tienes sobre ti ¿Otra piedra más? ¿Aún quedan más recuerdos ahí arriba? ¿Más auto-reproches? Al rato, sin darme cuenta, empiezo a sentir menos peso sobre mi espalda y a escuchar unas voces: 

Si, llévate esa piedra que yo cojo esta”; 
Oye, ayúdame con esta, que pesa un montón”; 
No, esa déjala para después, tira esta por la cuesta”. 

Se supone que debo desenterrarme yo solo, y ahí están mis amigos, que no son capaces de dejarme solo aunque yo lo pida, quizás por empatía, quizás por pena, o quizás porque saben que es mejor así. Quiero decirles que me dejen solo, pero no me salen las palabras.

Y ese era solo el cuarto paso…

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